domingo, 14 de agosto de 2011

Crisis en RTVV


Los profesionales tenemos mucho que decir
y que hacer
Fernando Bellón
Redactor de Canal 9

Los ciudadanos de la Comunidad Valenciana nos encontramos involucrados en una crisis que afecta a la televisión y a la radio públicas. Voy a aprovechar el espacio abierto en Perinquiets para razonar sobre Canal 9, donde trabajo desde su fundación.
         En dos escenarios distintos se representa “la tragedia de Canal 9”. Uno de ellos, el más grande, es el tablado de la farsa, del teatro de marionetas, de la truculencia organizada desde el poder o el contrapoder. El escenario pequeño es el que intenta por todos los medios, y con poco éxito, centrar el debate en el ámbito profesional.
         Será difícil llegar a un entendimiento en el primer escenario. En el segundo es más fácil, y por eso me atengo a él. Pero antes es preciso explicar por qué el tinglado de la farsa es un terreno sin base firme y en el que nada juicioso puede arraigar.
         En las esferas del entretenimiento, la educación y la información no hay más intereses comunes que los que se imponen a la fuerza o los que fija la Constitución. El género artístico que gusta a unos, aburre a otros; la disciplina religiosa en la formación resulta inaceptable a los laicistas; y lo que unos tienen como noticia reveladora, a otros les parece una repugnante manipulación.
Es decir, jamás nos pondremos de acuerdo en las bases ideales ineludibles que necesitaría nuestra radiotelevisión pública. La prueba está en la diferente y distante interpretación de la Llei de Creació de RTVV que los distintos gobiernos autonómicos y gestores de RTVV han puesto en práctica cuando les ha tocado dirigir y administrar Canal 9 y Ràdio 9.
Los problemas sobre el uso partidista de los medios de comunicación públicos, de la justicia, del patrimonio, de la educación, de la sanidad y de otros bienes comunes de alta utilidad pública sólo pueden resolverse en un ámbito político: el parlamento o una instancia convocada al efecto con representación de todos los intereses sociales en juego.
Pensar que los valencianos (o algunos valencianos de entre todos los residentes en la Comunidad) tienen el secreto de la armonía, del juicio, de la objetividad, de la concordia y de otras cualidades abstractas, es tan insensato como esperar que tribus de buenos salvajes escondidas en remotos lugares del planeta se muestren algún día y, desde el podio de la ONU en Nueva York, nos enseñen a los demás seres humanos a comportarnos con equidad y razón.
         Por tanto yo creo que polemizar sobre si el gobierno del PP ha manipulado más que el del PSPV o viceversa es una discusión insidiosa y estéril, tan poco provechosa como empeñarnos en hallar un punto mágico en el que todos los miembros y directivos de las redacciones de Canal 9 y de Ràdio 9 encuentren el equilibrio, la objetividad, la imparcialidad, etc.
         En el mundo de la información la única cualidad exigible es la veracidad. Y en un mundo mediático dominado por fuerzas políticas, esperar que estas entreguen su juguete a periodistas supuestamente libres de inclinaciones ideológicas es ingenuo o estúpido. No podemos reducir el problema a los políticos, aunque hemos de contar con ellos, siempre van a estar ahí.
         Donde sí puede centrarse la discusión, el debate y si se quiere la polémica positiva es en cómo ha de gestionarse un medio público. Es decir, qué podemos hacer para asegurar que su administración estará en manos de profesionales, y que los políticos se inmiscuyan lo menos posible en el trabajo de los gestores. Aquí sí que podemos alcanzar un acuerdo, si queremos, claro.
         Se suele esgrimir a la BBC como modelo de institución pública mediática, y se atribuye su ejemplaridad a la excelente naturaleza del sistema político británico. Ni lo uno ni lo otro responden a una realidad incuestionable. Pero sí estaremos casi todos de acuerdo en que la BBC produce y emite programas e información de una cualidad especialmente elevada. Esa es la clave del funcionamiento de una institución pública, que sirva eficazmente
Los políticos británicos, franceses, alemanes, italianos, holandeses… desean tanto como los españoles dirigir los medios públicos de comunicación hacia sus intereses. Lo que nos diferencia de ellos es que la gestión está en manos de profesionales competentes y con un mínimo decoro a la hora de ejercer su papel.
En cada una de las autonomías españolas hay periodistas, productores, directivos mediáticos, técnicos y todo un abanico de especialistas en comunicación con mucha experiencia e incuestionable oficio. ¿Por qué los políticos les ignoran? Evidentemente porque situar en los puestos directivos a mediocres garantiza a los políticos el dominio del medio.
Se diría que los políticos valencianos han hecho, sobre todo en los últimos tiempos, un esfuerzo formidable por colocar incompetentes en RTVV. O bien los colocados han sometido sus virtudes en el oficio y su amor propio profesionales a las exigencias del poder.
Es la acusación más grave que pende sobre RTVV y que muchos compartimos. Es lo primero que hay que arreglar, es el punto donde todos tendremos que ponernos de acuerdo para salvar un bien útil a los ciudadanos.
Los defectos de RTVV son engañosos porque no reflejan la realidad profesional de quienes trabajamos en sus medios. Se ha extendido la interesada idea de que Canal 9 es lo más parecido a un estercolero informativo. La información (no sólo la política) que suele ofrecer Canal 9 es manifiestamente mejorable, y fallos como la rueda de prensa frustrada de la dimisión del presidente Camps son escandalosos. Pero si situamos nuestra cadena al lado de las demás, las diferencias no son tan evidentes. Quienes nos ganamos la vida aquí estamos tan capacitados como los del resto de medios para realizar un buen producto.
¿Se explica esta contradicción diciendo que "no nos dejan hacerlo mejor?" No. Las inercias de trabajo consolidadas con el paso de los años, la acumulación de hábitos funcionariales consentidos por todos, incluidos los directivos, “ensucian” la apariencia de nuestro trabajo y nos hacen corresponsables.
Podemos hacerlo mejor, a pesar del terrible lastre del desánimo acumulado
¿Cómo lo hacemos? De momento, mediante un debate público solvente y lo menos ideologizado posible.
Es evidente que tanto el modelo de funcionamiento de RTVV como su organigrama han de ser modificados, siempre en virtud de la utilidad de los medios,  la dimensión de los objetivos planteados y los recursos disponibles.
Por último, debemos tener presente que las opiniones que se están vertiendo y las que se sucederán son siempre interesadas, ya sean de los profesionales de los medios públicos como las de sindicatos, políticos y empresarios mediáticos privados, para quienes RTVV es un obstáculo en términos de producto y de condiciones de trabajo. No hay voces angélicas, no hay remedios milagrosos.
No es tan fácil hacer una buena radio televisión pública. Tampoco lo es hacer una radio y televisión privadas. Pero si queremos mejorar lo que hay, tendremos que trabajar y ponernos de acuerdo.


sábado, 13 de agosto de 2011

RTVV a debate

RTVV, su programación, su producción, su plantilla y sus informativos son en estos días un motivo de debate en la prensa regional y nacional. Se critica  su pasado, se pone en cuestión (incluso se demoniza) su presente y se proclama el apocalipsis sobre su futuro.
En Perinquiets abrimos un espacio para este debate. Lo abrimos, en primer lugar a los empleados de RTVV, pero también a cualquier ciudadano con propuestas e ideas sobre los medios de comunicación públicos.
Para que el debate sea fructífero, debería alejarse todo lo posible de los argumentos ideológicos, y girar en torno a las razones profesionales y al interés público. Pero como somos conscientes de lo espinoso del tema, sólo esperamos de las contribuciones que sean respetuosas y más argumentadas que panfletarias.
Las contribuciones se recibirán en perinquiets@gmail.com